miércoles, 18 de mayo de 2011

PARODIA POLÍTICA DEL SALMO 23

PARODIA POLÍTICA DEL SALMO 23
por Carlos Rey



La siguiente parodia política del Salmo 23 se basa en la revisión de 1960 de la respetada traducción de Casiodoro de Reina revisada por Cipriano de Valera. No se trata de rebajar el texto sagrado ni de profanarlo, sino de poner de relieve lo mucho que ese texto sigue influyendo en nuestra cultura. El autor, que es desconocido, se vale del recurso literario de la imitación burlesca para hacernos ver a la inversa, con sus indirectas, el mensaje del salmista David. Así, de forma atrevida, refuerza las palabras de David en el Salmo 20, que dice: «Éstos confían en sus carros de guerra, aquéllos confían en sus corceles, pero nosotros confiamos en el nombre del Señor nuestro Dios.»1 Esta es, entonces, la parodia política del Salmo 23, con la cual su autor critica los sistemas políticos que son fruto de los designios humanos:
El señor presidente es mi pastor; en nada me ayudará.
En lugares de delicados pastos me promete falsamente que me hará descansar;
junto a aguas contaminadas me pastoreará.
Conmocionará mi alma con el alto costo de la vida;
me guiará por sendas de injusticia por amor de su nombre.
Andaré en valle de sombra de fuerte endeudamiento.
Temeré abundantes males porque él está conmigo.
Las industrias paradas y los disidentes acallados me infundirán desaliento.
Adereza nuevos impuestos delante de mí en presencia de mis angustiadores.
Unge mi sueldo con inflación de modo que mis gastos superen mis ingresos.
Ciertamente la pobreza y las horas difíciles me seguirán todos los días de su gobierno,
y en casa alquilada moraré por largos días.
Tal vez el único modo de hacer justicia, no sólo al texto original sino también al que se identifica con las palabras de esta parodia, es recitar el Salmo 23 según la traducción de la Nueva Versión Internacional en el español que hablamos en la actualidad. Dice así:
El Señor es mi pastor, nada me falta;
en verdes pastos me hace descansar.
Junto a tranquilas aguas me conduce;
me infunde nuevas fuerzas.
Me guía por sendas de justicia
por amor a su nombre.
Aun si voy por valles tenebrosos,
no temo peligro alguno
porque tú estás a mi lado;
tu vara de pastor me reconforta.
Dispones ante mí un banquete
en presencia de mis enemigos.
Has ungido con perfume mi cabeza;
has llenado mi copa a rebosar.
La bondad y el amor me seguirán
todos los días de mi vida;
y en la casa del Señor
habitaré para siempre.2
El mensaje central del salmo es «porque tú estás a mi lado». Esto no debe extrañarnos, pues el tema «Dios con nosotros» es el hilo que une el texto sagrado de principio a fin. Si de veras queremos que Dios nos acompañe para que nos vaya bien ahora y para siempre, más vale que reconozcamos como nuestro Pastor al Señor de señores y Rey de reyes. Lo cierto es que nunca ha habido ni habrá jamás presidente alguno que se le pueda comparar.


1Sal 20:7
2Salmo 23

martes, 10 de mayo de 2011

«LAS MANOS DE MI MADRE»

«LAS MANOS DE MI MADRE»
por Carlos Rey



(Día de la Madre en El Salvador)
Manos las de mi madre, tan acariciadoras,
tan de seda, tan de ella, blancas y bienhechoras...
¡Sólo ellas son las santas, sólo ellas son las que aman,
las que todo prodigan y nada me reclaman!
¡Las que por aliviarme de dudas y querellas,
me sacan las espinas y se las clavan ellas!
Para el ardor ingrato de recónditas penas,
no hay como la frescura de esas dos azucenas.
¡Ellas cuando la vida deja mis flores mustias
son dos milagros blancos apaciguando angustias!
Y cuando del destino me acosan las maldades,
son dos alas de paz sobre mis tempestades…
¡Ellas son las celestes; las milagrosas, ellas,
porque hacen que en mi sombra me florezcan estrellas!
Para el dolor, caricias; para el pesar, unción:
¡son las únicas manos que tienen corazón!
(Rosal de rosas blancas de tersuras eternas:
Aprended de blancuras en las manos maternas.)
Yo que llevo en el alma las dudas escondidas,
cuando tengo las alas de la ilusión caídas,
¡las manos maternales aquí en mi pecho son
como dos alas quietas sobre mi corazón!
¡Las manos de mi madre saben borrar tristezas!
¡Las manos de mi madre perfuman con ternezas!2

1Alfredo Espino, Jícaras tristes (Santa Tecla, El Salvador: Clásicos Roxsil, 2001), p. 127.
2Francisco Andrés Escobar, «Con el alma descalza»: Introducción a Jícaras tristes (Santa Tecla, El Salvador: Clásicos Roxsil, 2001), pp. 11,13,14.
3Is 66:13
42Co 1:3-4


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