lunes, 10 de junio de 2013

EL APÓSTOL PABLO RECONOCE SU CONDICIÓN DE SER HUMANO

«LEVÁNTAME, QUE ESTOY CAÍDO»
por Carlos Rey

Levántame, Señor, que estoy caído,
sin amor, sin temor, sin fe, sin miedo;
quiérome levantar y estoyme quedo;
yo propio lo deseo y yo lo impido.
Estoy, siendo uno solo, dividido;
a un tiempo muerto y vivo, triste y ledo;
lo que puedo hacer, eso no puedo;
huyo del mal y estoy en él metido.
Tan obstinado estoy en mi porfía
que el temor de perderme y de perderte
jamás de mi mal uso me desvía.
Tu poder y bondad truequen mi suerte:
que en otros veo enmienda cada día,
y en mí nuevos deseos de ofenderte.»1
Con este conmovedor soneto de Fray Miguel de Guevara se inicia el conceptismo mexicano de los siglos dieciséis y diecisiete. Lo que tiene de ingenioso el soneto —lo cual caracteriza a la poesía conceptista— es la forma en que se vierte el concepto y no el concepto mismo, ya que éste proviene de la fuente literaria más conocida de todos los tiempos.